Un almacén de clones
La ciencia ficción tiene un encanto especial. Hace que
puedas visualizar todo aquello con lo que siempre has soñado. Es un género al que
personalmente le he ido cogiendo mucho cariño con el tiempo. Aunque no todas
las películas ficticias sean de mi agrado. Una muy interesante es la de “Moon”.
Sorprendente y misteriosa. Trata ciertos temas que sinceramente te rompen los
esquemas. Por otro lado te hace reflexionar acerca del sentido de la vida y lo
valioso que es tu paso por la tierra. Película ligera y fácil de entender que
te hará pasar un rato muy entretenido y te enseñará valiosas lecciones de vida.
Sam Bell (Sam Rockwell) es un astronauta que trabaja en la
luna para una empresa que se encarga de generar energía limpia a partir de un
mineral que se encuentra en la superficie lunar. Sam lleva tres años supervisando
la explotación de dicho material. Faltan días para que su contrato termine y
vuelva a la tierra con sus seres queridos. Su única compañía es GERTY (voz de
Kevin Spacey), una inteligencia artificial que controla la base lunar. Llega un
día en el que Sam empieza a encontrarse raro. Tras un accidente, que le deja
inconsciente, se despierta de nuevo en la base lunar, pero se da cuenta de que
hay alguien más allí. Un nuevo supervisor ha llegado, o eso parece. Lo curioso
es que es idéntico a Sam, parece su clon. Sam no entiende nada y empieza a
investigar, pero su salud es cada vez peor. Junto a su clon descubren lo que
parece ser un gigantesco almacén. Miles de clones, idénticos a Sam, pueblan las
entrañas de la base lunar. La empresa utiliza los clones para supervisar su
actividad. Son de usar y tirar, ya que su vida útil es de apenas tres años.
Después empiezan a deteriorarse y finalmente muren, justo lo que le está
pasando a Sam. Después, automáticamente, se despierta otro clon y vuelta a la
rutina. Sam y su nuevo compañero reniegan de aceptar su triste realidad y se
las ingenian para que al menos uno de ellos vuelva a la tierra para vivir como
un ser humano.
Al ver esta película te replanteas muchas cosas. Casi con
toda seguridad, en un futuro no muy lejano, tendremos que visitar otros mundos
para poder abastecernos. Por algo digo que toda película tiene una pizca de
verdad. Parece increíble que tengamos que viajar a la luna para poder seguir
subsistiendo. En la película se dice que es para producir energía limpia. Ojalá
que en el futuro sea para eso, y no porque nos hayamos cargado nuestros
ecosistemas, envenenado nuestros ríos y mares o contaminado nuestro aire y
nuestros suelos. Pero al paso que vamos no sé yo… En cualquier caso me parece
muy curioso, a la vez que preocupante, que se dé la posibilidad de que tengamos
que invadir nuevos mundos para sobrevivir. Con toda seguridad, si colonizamos
nuevos planetas los acabaremos destruyendo.
Sigo diciendo que la soledad es una de las grandes torturas
a las que puede estar sometido el ser humano. Ya hablé de ella en la entrada
dedicada a la película “Soy leyenda”, pero aun así diré un par de cosas. Me da
auténtico pánico el mero hecho de intentar ponerme en la piel de Sam. Estar
tres años aislado a miles y miles de kilómetros de la tierra, donde se supone que están tus seres queridos, debe de dar
bastante miedo. Mucho dinero tiene que pagar una empresa por ese sacrificio.
Aún así no creo que merezca la pena, porque estamos hablando de tres años. Eso
es muuuucho tiempo que jamás recuperarás. Sin ninguna duda este tema da para
pensar y recapacitar acerca de la suerte que tenemos al estar rodeados de la
gente que queremos.
Sin embargo, el tema más perturbador de la película son los
clones. Ya no solo la cuestión ética de si está bien o mal utilizar clones para
determinados trabajos. No solo tener en cuenta si tienen sentimientos o no. No
solo usarles y tirarles como si fuesen kleenex. Lo que me parece más despiadado,
y creo que es el tema principal de la película, es la posibilidad de que algún
clon descubra la verdad, como en el caso de Sam. Estar durante tres años
aislado, pensando que tienes una mujer y una hija que te quieren, y de pronto descubrir
que no le importas a nadie, descubrir que eres un grano de arena dentro de un
desierto… Esa sensación tiene que ser peor que cualquier tortura física. La
gran pregunta es que si la vida de un clon tiene valor. Parece que no. La otra
gran pregunta es que si un clon puede llegar a albergar los mismos sentimientos
que un ser humano normal y corriente. Según esta película, la respuesta parece
ser que sí. Pero volvamos a la realidad, aún no se han inventado los clones o
eso creemos. Que no cunda el pánico.
Una subtrama importante de la película es la relación entre
Sam y la inteligencia artificial que controla la base lunar. Me gusta pensar
que han querido hacer un homenaje a HAL 9000, el mítico computador de la obra
maestra de Stanley Kubrick, “2001: Una odisea del espacio”. Creo que confiar tu
vida a unos cuantos cables y circuitos es un suicidio. Depender de algo que no
es humano y no tiene sentimientos da bastante miedo, aunque lo hacemos más a
menudo de lo que pensamos. Creo que estoy influenciado por la película de
Kubrick, pero pienso que las máquinas nos traicionarán. Si después te pones a
ver “Terminator” lo confirmas.
Si quieres una película original esta es la adecuada. Ligera
de ver, aunque en algún punto de la trama se hace más lenta. Te invito a que
reflexiones acerca de la vida con el personaje de Sam y con sus infinitos
clones. Muy recomendable, sin embargo, los efectos especiales no me acabaron de
convencer del todo.
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