¡Dejadme en paz!

Quiero hablar de otra película de mi infancia, que no sé cómo me marcó tanto. Podría estar todo el día viéndola una y otra vez. Repitiendo escenas y cantando su banda sonora. Hablo de “Spirit, el corcel indomable”. Quizá su innovadora temática, quizá sus valores o quizá su personaje fue lo que me marcó tanto. Una película única que a día de hoy no dudo en volver a ver porque me sigue gustando igual que cuando tenía diez años. Me entra mucha nostalgia cada vez que veo cabalgar a Spirit, huyendo hacia la libertad.

Spirit es un caballo que, junto a su manada, corre y pasta libre por el Viejo Oeste del siglo XIX. Un día descubre por primera vez a los humanos, que tratan de apresarle. Consigue alejarlos de la manada pero al final le capturan. Su nueva casa será un regimiento de caballería estadounidense. Allí conocerá a un joven indio Lakota, llamado Little Creek, quien se convertirá en su mejor amigo. Un severo Coronel dirige la caballería y trata de domar a un salvaje Spirit. Pero el Mustang se escapa junto al joven Lakota. Cuando Spirit cree que vuelve a ser libre es atrapado de nuevo, esta vez por la tribu de los indios. Allí conoce a Lluvia, una hermosa yegua, que trata de enseñarle modales. Por otro lado, la caballería ataca la aldea india y vuelve a secuestrar a Spirit. Little Creek inicia un largo viaje para liberar a su amigo. Ahora queda saber si ambos protagonistas consiguen la tan ansiada libertad.

Parece que me gusta sacar conclusiones donde no las hay, pero perdonar que saque el tema del maltrato o esclavización animal. Parece que al ser una película de animación no esconde ningún tema social o trasfondo que deba ser tratado. Quizá solo lo vea yo, pero aun así voy a comentarlo. Vemos claramente cómo capturan a un animal que es feliz en su entorno natural. Lo capturan para explotarlo en beneficio humano. Y no solo a él, vemos que muchos caballos eran capturados de su hábitat salvaje para su posterior explotación. Lo vemos reflejado también en las cuadras del regimiento y cuando tienen que transportar la pesada locomotora montaña arriba. Es un hecho que, hoy en día, parece estar de moda. Se apresa a los animales para después traficar con ellos. Tortura, moda, capricho o trabajos forzados. Me da igual la excusa, esclavizar a un animal ejemplifica muy bien en lo que nos estamos convirtiendo. Cada uno que reflexione sobre el sufrimiento que soportan los animales sin haber hecho ningún mal.

Dejando a un lado este tema que es bastante triste, pero a la vez real, hablemos de otros aspectos de la película. Me encanta la historia de amistad entre Spirit y Little Creek. Pasan de no caerse muy bien, a forjar una amistad indestructible. Me quedo con unos cuantos momentos que reflejan lo que significa la amistad. El momento en el que Little Creek emprende un largo viaje en busca de su amigo, a través de las vías del tren, me emociona bastante. Imagina todo lo que significa su amistad para que una persona se enfrente a todo un ejército solo para liberar a su amigo. Otro momento muy especial es cuando el joven Lakota monta por primera vez a Spirit, ahí se ve reflejada la confianza mutua de los personajes. Un momento corto, pero increíble, es cuando sus miradas se cruzan tras saltar de una torre de arenisca, son unos segundos brutales. Sin embargo, me quedo con el final. El emotivo abrazo que ambos protagonistas se dan, simboliza su amistad eterna. Es también una despedida en la que Spirit consigue alcanzar la libertad. No me digáis que no se puede extrapolar todo esto a una amistad como la que tienes con tus amigos.

Me gusta comentar también la banda sonora, sobre todo de las películas de animación porque se nota que están trabajadas. En esta ocasión disfrutamos de una música, unas canciones y unas letras que son increíbles. En la versión en castellano, que fue la que yo disfruté, el encargado de poner la voz fue Raúl Fuentes y creo que hace un excelente trabajo. Tristeza, motivación, esperanza, todo eso y mucho más transmite esta maravillosa banda sonora. De vez en cuando vuelvo a escuchar las canciones y es como si volviese a mi infancia.

Ya sabemos que la animación de DreamWorks siempre es una delicia. Creo que esta película es una de las joyas del estudio. Su dibujo, sus texturas, sus colores o la humanización de los personajes envuelven una historia original que consigue transmitir muchos valores. A parte de la amistad y la explotación animal hay muchas más ideas y valores muy importantes. El amor, la familia, la libertad, el arrepentimiento o las tragedias que causan la violencia son algunas pinceladas de todos estos valores que DreamWorks está empeñado en transmitir.

Aunque sea una película de mi infancia a la que tengo mucho cariño, creo que objetivamente es una buena película, aunque no lo demostró en cuanto a beneficios. Mi conclusión es que películas como esta dan mil vueltas a las de ahora. Ojalá los niños pequeños descubran algún día ésta y muchas más películas que esconden historias y valores que son realmente necesarios para nuestro presente y futuro.



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