9 años esperando a un fantasma
Si todavía no te crees que el perro es el mejor amigo del
hombre espera a ver “Siempre a tu lado, Hachiko”. Película muy tierna que trata
sobre la nobleza de los animales y la fidelidad de, en este caso, los perros.
Con Richard Gere como estrella “principal” nos encontramos una historia basada
en hechos reales, tan emocionante como dramática. Hachiko hace que nos demos
cuenta de cuáles son las cosas que importan de verdad. Ya sabes, si tienes
ganas de llorar te recomiendo esta película porque tiene varios puntos de mucha
tensión dramática, y la lagrimilla al final cae.
Parker Wilson (Richard Gere) es un profesor de música que da
clases en una universidad. Un día, de camino a casa, se encuentra un pequeño
cachorro abandonado en la estación de tren. Nadie reclama al perro, por lo que
Wilson se lo lleva a casa. Le bautiza con el nombre de Hachiko y se une
finalmente a la familia. Juntos hacen muy buenas migas y forjan lazos de
amistad indestructibles. Wilson jamás pensó lo que un ser humano puede llegar a
sentir por un animal. Van juntos a todos lados, juegan, se divierten y se hacen
compañía. Hachi espera sentado a su amigo en la estación de tren día tras día. Aunque
nieve o haga frío Hachi espera fielmente. Hasta que un día algo pasa. Wilson no
regresa del trabajo, ya jamás regresará. Pero Hachiko esperará hasta que su
compañero aparezca, jamás abandonará a su amigo.
Me parece que el tema de la película es algo muy
inteligente, porque la mayoría de la gente logra emocionarse con la ternura de
un animal. En este caso se funde la ternura de Hachiko con el drama de quedarse
sin su amigo. Todo esto se representa a la perfección creando una atmósfera
dramática que visualmente observamos en la fidelidad de Hachi, cada día
esperando en vano a su amo. Aunque no lo parezca, y su paso por la película sea
muy corto, Richard Gere es un elemento clave para conseguir esa atmósfera
dramática. Es el encargado de adoptar a Hachi, es el encargado de darle su
cariño, en definitiva, es el encargado de crear el vínculo que después se verá
afectado por la ausencia de uno de los protagonistas.
Admiro muchísimo esta película por varias razones. Por un
lado porque consiguió emocionarme muchísimo y estuve a punto de llorar, que eso
en mi caso es muuuy complicado. Por otro lado, porque me encantan las películas
basadas en hechos reales, son una de las grandes cosas que tiene el cine.
También me gustó mucho cómo dotaron a Hachiko de una gran personalidad, siendo
un animal. Pero, es precisamente ahí donde pondría una pequeña pega. Y es que,
como ya he dicho en alguna otra ocasión, cuando se trabaja con animales en el
cine existe cierta explotación/maltrato/sufrimiento. No sé ni cómo catalogarlo.
Puede que esté equivocado, igual tienen a los animales entre algodones, pero en
un rodaje se repiten cientos de tomas, se va de aquí para allá y hay mucha prisa
por todo. Ojalá que no, pero intuyo que no es la mejor situación para un
animal.
Bueno, vamos a dejar a un lado este tema porque no es mi
intención manchar el legado de esta película, aunque nunca está de más señalar
este aspecto. Me gustaría hablar de lo que representa el verdadero
protagonista, Hachi. Más quisieran muchos seres humanos ponerse a la altura de Hachi,
porque de verdad representa mucha más calidad humana que mucha gente. Su
fidelidad es algo de lo que debemos tomar nota, porque muchas veces nos guiamos
únicamente por el interés, obviando que lo más importante son las personas, su
compañía y su cariño. Tenemos mucho que aprender de los animales, ya no solo en
esta película. Nos creemos los dueños de todo y creemos que lo sabemos todo.
Estamos muy equivocados. Con el tiempo hemos olvidado lo que significa ser un
ser humano, hemos perdido muchos valores.
Es hora de hablar de la verdadera historia. Hachiko nació en
1923, en Odate, Japón. Cuando tan solo era un cachorro fue adoptado, por
casualidad, por Eisaburō Ueno, un profesor de ingeniería agrónoma que impartía clase en
la Universidad de Tokio. Tanto el perro como el amo desarrollaron una profunda
relación de amistad. Hachiko iba cada día a la estación de Shibuya a esperar al
profesor Ueno, que venía de dar clase. Aunque hiciese frío, lloviese o nevase,
él iba cada día. Tristemente el profesor murió dando clase y nunca más pudo
reencontrarse con Hachi, quien esperaba fielmente en la estación. Hachiko
seguía yendo cada día a esperar a su amigo, sin perder nunca la esperanza. Así
estuvo nueve largos años. La gente que transitaba la estación se encargó de
cuidarlo. Hachi falleció en 1935, dando a todo el mundo una gran lección de
fidelidad. Su historia se hizo popular y se tomó la decisión de colocar una
estatua suya en la estación de Shibuya, para honrar su memoria y sus valores.
Además, su cuerpo se disecó y está expuesto en el Museo Nacional de Ciencias
Naturales. Contando la historia real me he dado cuenta que no difiere mucho de
la película, eso representa un gran trabajo de investigación y recreación por
parte del equipo de producción.
Por último, vamos a señalar alguna curiosidad del filme. Por
ejemplo, Hachi fue interpretado por tres perros diferentes, Chico, Forrest y
Layla. Cuando Hachi envejece en la película, se tuvo que usar maquillaje para su
pelaje y pequeños pesos para sus orejas y su cola, simulando una caída de las
mismas. Además, en la película vemos que Parker Wilson es profesor de música,
mientras que en realidad era profesor de ingeniería agrónoma. Pero, sin ninguna
duda, la curiosidad más especial se encuentra en una escena en concreto. Cuando
Parker Wilson busca información en internet sobre la raza de su mascota, se
puede observar una fotografía de Eisaburō Ueno y Hachiko, los protagonistas reales. Estos detalles son los
que hacen grande el mundo del cine.
Película obligatoria de ver. Nada más que decir. Lo que sí
quiero destacar es que antes de que se estrenara hubo otra película que refleja
esta historia. Se trata de una peli japonesa que parece ser todavía más fiel a
los hechos. Su nombre es “Hachikō Monogatari” y yo ya la
tengo en mis películas pendientes.
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